Todos los inicios primero parecen finales,
y aunque sea cómodo el funeral de lo que está terminando,
aunque no podamos imaginar nada sobre lo que podría estar iniciando,
aunque a veces la vida no nos deje quedarnos ni siquiera con un rastro de lo que nos aferramos a recordar,
aunque a veces no sepamos cuando algo está a punto de acabar:
me aferro a un principio de dejar ir para dejar existir,
a que es cierto que no todo cabe en esta casa,
que hay que hacer mudanzas o quemar hogares para liberar espacio.
Que no es coincidencia que soñemos con casas en llamas, pero yo antes soñaba que huía, ahora sueño que me quedo observando cómo llega a las cenizas y esta vez sí sonrío.
Que me está desgarrando todo lo que parece que se está acabando,
pero solo por hoy, en vez de suturar, desde mis entrañas,
voy a dejar que nazca un inicio
en vez de un final.
Guía rápida de las cosas que salvan (para recordar)
Atender el llamado de lo que siempre quiso pasarte, y no lo dejabas.
Encontrar a las personas que amas en lo que fueron también de niños. Jugar en ese estado, quererse de la forma en la que se hubieran querido antes de que la vida les pasara. Permitirse el juego y la sorpresa para sanar.
Tomarse más de las manos.
Dejar de tener miedo de irse por no saber cómo volver.
Permitirse la soledad y el dolor.
Permitirse el duelo y celebrarlo en las fechas donde más duele.
Permitirse, también, la alegría, a pesar del duelo.
Feliz final, nos vemos de nuevo en el inicio.